Para comenzar, quiero saludarte con profundo amor, deseando que este encuentro espiritual sea fructífero entre tú yo. Cuando nos alimentamos mutuamente, creamos un círculo, un ir y venir. Yo dejo semillas en ti, tú luego con amor me das el fruto, y de allí vuelvo a sacar semillas para volver a dar...
Debo confesarte que en estos días, he reflexionado mucho sobre la posibilidad de ocuparme sólo de estas reflexiones semanales, de ir incorporando imágenes o textos sagrados o bellos al portal, mas siento la necesidad de estar un poquito en silencio, como me sucede de vez en vez. Por eso, no te molestes o extrañes si no me ves aparecer en el foro o en el chat. Esos sitios, si es que eres alguien recién llegado al portal, fueron creados en principio a pedido de los visitantes, como un espacio común de encuentro y de charla, de intercambio y enriquecimiento interior. Así que dejaré que construyan entre todos esos sitios dispuestos para todos, de la manera que mejor crean posible.
Tanto en el chat, como en el foro, lo que se manifiesta es comunicación (al menos en una forma diferente a esta que estás realizando conmigo mientras lees esto que te escribo). Antes de proseguir, he seleccionado algunos fragmentos para introducirnos al tema del diálogo:
Comunicación significa hablar y escuchar; más escuchar que hablar. El componente más difícil de la comunicación es la acción de escuchar sin interferir. Escuchar recogiendo, escuchar sin pensar en la respuesta. Escuchar porque escuchando estamos, automáticamente, dando una respuesta: la atención. Las respuestas no precisan ser articuladas. Ellas valen más cuando, inarticuladas, llevan nuestra emoción, nuestro afecto; cuando no hablamos pero sentimos...(De conocimiento de la Nueva Era)
No nos conocemos aún, me escribía una persona a quien quiero y estimo por sobre todas las cosas, porque aún no no hemos atrevido a permanecer callados juntos... (M. Meterlinck)
Para dialogar no basta la boca. Se necesitan sobre todo los oídos. Para dialogar se necesita esencialmente demostrar una extraordinaria capacidad de escuchar. Cuando se cierran los oídos, el resultado inevitable es el empobrecimiento (Dialogar=aprender juntos)
La realidad de la otra persona no está en lo que te revela, sino en lo que no puede revelarte. Por lo tanto, si quieres entender a esa otra persona, no escuches lo que dice, sino lo que calla... (Kahlil Gibran)
Ahora es turno de la tarea de reflexión que debes realizar. Yo te lanzaré preguntas para que escribas y te las respondas. Sería muy valioso que compartas estas respuestas en el foro con todos nosotros, para que aprendamos juntos:
REFLEXIONA:
¿Por qué dialogamos? ¿Nos interesa escuchar o ser escuchados? ¿Queremos demostrar algo al otro? ¿Es nuestro real interés aprender del otro o queremos que el otro aprenda lo que aprendimos? ¿nos interesa más preguntar que responder? ¿qué es preguntar? ¿qué es responder? ¿por qué preguntamos? ¿por qué respondemos? ¿respondemos con la verdad o con la realidad? ¿qué es el punto de vista? ¿en un diálogo prima la verdad o el punto de vista? ¿cuán sincero es nuestro diálogo? ¿hay vanidad en el diálogo? ¿o hay amor? ¿es necesario dialogar? ¿existe el diálogo en silencio? ¿qué es un diálogo interior? ¿dialogas contigo mismo? ¿puedes explicarte tus charlas interiores? ¿quién pregunta y quién responde cuando hablas contigo mismo? ¿Dialogas con Dios? ¿Él te habla? ¿logras Escucharlo? ¿logras escucharte? ¿escuchas? ...
Yo ahora trataré de hablarte desde mi ser, como siempre lo hago. Desde muy pequeño primaban en mí los diálogos interiores, una charla muy íntima, confidente, donde yo me preguntaba cosas, y al tiempo, en el exterior, se manifestaba la respuesta. En la adolescencia, identifiqué a mi propia mente preguntando y respondiéndose. En la juventud, ocurrieron los diálogos con la voz del maestro interior. En cuanto a las charlas "exteriores", las que más añoraba eran las que mantenía con mi maestro Lakshahara. Ansiosamente lo "acribillaba" a preguntas, y él sólo respondía a unas pocas ( al menos con palabras) . A otras, respondía con silencios. Y es en esos silencios donde he hallado las más maravillosas y sabias respuestas. No somos muy amantes del silencio cuando dialogamos con el otro. A veces somos habladores compulsivos, queremos ser sólo escuchados ¿por qué?. Otras queremos escuchar sólo lo que nos agrada, lo que nos deleita. Si no nos gusta lo que escuchamos, el otro está equivocado. Son muy pocos los que en verdad reflexionan sobre lo que el otro dice, sin defensas, sin barreras, sin especulación, sin ego.
Y ahora dos preguntas extra: ¿qué lugar ocupa el ego en nuestros diálogos? ¿ y la conciencia? ¿cómo no confundirlos? ¿cómo saber quien habla, si el ego o la conciencia?
Si lees los diálogos con Johanán, verás una transformación en la manera en que se fue dando esta comunicación la voz de mi conciencia. Al principio mi mayor temor era que fuese la mente que me estuviese engañando, que aquellos diálogos fuesen sólo mi imaginación (1ra. etapa). Luego se fue dando que yo preguntaba, y las voces respondían (2da. etapa). En lo posterior, se daba un intercambio, donde las voces también preguntaban, para que yo sacase las respuestas de mi propio ser, pues allí residía la verdad sembrada por ellos (3ra. etapa). Por último, yo ya no preguntaba, sino que la voz se expresaba con total libertas, y sólo escribía lo que me decía, y aún así, sentía que esto era un diálogo (4ta. etapa). Actualmente, los diálogos no están verbalizados, pero están implícitos en mi conciencia. No escucho necesariamente la voz, pero la voz habla (5ta. etapa).
Quienes son visitantes del portal, han asistido también a ciertas etapas en el foro, más o menos desordenadas, donde pareciendo haber intercambio no lo hay, o sólo hay preguntas, o sólo respuestas. Aún creo yo desde mi humilde sentir, que nos falta un largo camino para que TODOS compartamos allí un diálogo auténtico. Quizá nunca lo logremos, pero siempre guardo una esperanza. Que todos sientan una unión más allá de las palabras, es una meta muy ambiciosa, ¿verdad?.
Sólo quiero decirte que en esta etapa, casi no tengo voluntad de dialogar con palabras. Estaría muy feliz en el silencio, aprendiendo de los árboles, de las piedras, de tu silencio y del mío, de la Voz de Dios "escrita" en el cielo y en la tierra. Tanto hablamos, que no nos permitimos el tiempo para escuchar.
Hermano mío, practicando el silencio ahora, paso a la otra etapa, donde escucharé lo que tienes para decirme. Tienes mi silencio y mi atención. A tus pies...
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