"Ser inmoral es gastar dinero en aburrirse, ser moral es aburrirse gratis"



martes, 21 de diciembre de 2010

Benito - Laurence Freeman




¿Puede la búsqueda de un sendero espiritual guiar hacia el mismo egocentrismo del que se
está tratando de escapar? Los Monjes del Desierto eran sumamente conscientes de este
peligro que los acechaba especialmente en la soledad y confiaban por sobre todas las cosa
en la relación discípulo-abba para evitarlo. Fue sin embargo Benito de Nursia (480-550)
quien ideó una fórmula de entrenamiento para la vida mística magistralmente sabia basada
en la comunidad más que en el maestro. Su regla, es genialmente especial en su modestia
– a pesar de carecer de una doctrina mística directa.



Incluso su nombre es anónimo, significa el bendito, al igual que con frecuencia fue llamado
Buda por sus seguidores. Conocemos la historia de su vida a través de legendarias
historias de milagros recogidas como ilustraciones teológicas por el Papa Gregorio, antiguo
monje que vivió bajo la Regla. Estas inspiraron innumerables obras de arte y los más
hermosos frescos de Signorelly y Sodoma en Monte Oliveto Maggiore, cada uno de las
cuales bien merece una semana de retiro. Benito comenzó su viaje monástico siguiendo el
arquetipo del desierto. Dejó el colegio en Roma, (“sabiamente ignorante”), algo curioso para
el fundador de un sistema que evitó aprender en la Alta Edad Media (Epoca del
oscurantismo). Tomó los hábitos de un ermitaño vecino y luego pasó años en una cueva
(Sacro Speco) en Subiaco, cerca de Roma, la cual es todavía uno de los lugares más llenos
de su presencia y más sagrados del mundo. Enseñó el Evangelio a los campesinos paganos
de su alrededor anticipando la rama misionera de su progenie espiritual de los siglos
futuros. Cuando unos monjes sin líder de las cercanías le rogaron que fuera su abad, aceptó
amablemente, aunque su decisión no fue sabia. Era demasiado estricto para ellos y, no por
última vez en la historia monástica, la comunidad trató de asesinar a su abad. Los dejó, pero
continuó en la forma de vida monástica cenobitica (en comunidad) en vez de volver a la
soledad. Fundó doce monasterios cada uno con doce monjes. Al leer la Regla, los
psicólogos modernos notan el énfasis puesto en el número reducido para lograr dinámicas
de grupo saludables. Incluso en las comunidades grandes con frecuencia organiza a los
miembros en “denarios”. Sin embargo en el Capítulo Uno de su Regla sobre “Las Clases de
Monjes” considera a la soledad como un objetivo. Después de un no especificado “largo”
periodo de tiempo en el monasterio aquellos que hayan edificado su fuerza se dirigen desde
la línea de batalla que compartieron con sus hermanos hacia el combate individual del
desierto.

Las metáforas militares pueden parecer más adecuadas para hombres que juegan a los
soldados. Sin embargo las mujeres, incluyendo la propia hermana de Benito, Escolástica,
cuya historia la muestra rezando mejor y más sabiamente que su hermano, responden,
adaptaciones mediante, tan bien como los hombres a la sabiduría psicológica de la Regla.
La cuestión del símbolo militar no es el uso de la fuerza sino de la solidaridad, la obediencia
y la buena administración en una misión colectiva. La Regla corta fue probablemente
elaborada a lo largo de muchos años y parece tener adjunta un segundo final. La mayor
parte del material se recoge directamente de Rule of the Master (Regla del Maestro) una de
las muchas otras reglas monásticas contemporáneas. Con eficiencia centralizadora, el
Papa Gregorio seleccionó las reglas de Benito para usarlas en toda la iglesia occidental. La
genialidad de Benito se puede apreciar en lo que no tomó del original y en el Prólogo que es
suyo. Era consciente que estaba dándole forma a una regla más flexible que la de la edad
dorada. “Leemos que los monjes no deben beber nada de vino, pero dado que no podemos
convencer de ello a nuestros monjes contemporáneos, acordemos al menos beber
moderadamente. Esta posición intermedia y con sentido común, respaldada por una
estructura de vida firme pero flexible y principios perennemente válidos de manejo del
tiempo hicieron de la Regla, después de la Biblia, el texto con más influencia en la
civilización europea durante un mileno. Abades y hombres de negocios todavía se juntan y
vuelven a ella buscando luz para los problemas sociales contemporáneos. Y es interesante
que los mejores comentarios sobre la regla no se hayan escrito, como se afirma con
frecuencia, en habitaciones de hoteles, sino que son ciertamente hoy en día elaborados
por mujeres y no hay duda que un día serán elaborados por los obaltos.

La Regla es una obra maestra de la lógica, la modestia y la auto trascendencia. En el último
y generalmente menos comentado capítulo, Benito la llama pequeña Regla para
principiantes. Aquellos que deseen pasar a secundario o incluso terminar el colegio
deberían consultar a Cassian y a los padres. Entonces, ¿de que modos entrena esta
pequeña Regla a aquellos que buscan a Dios y que tienen hambre de la experiencia
contemplativa de ver a Dios y escuchar su Palabra? Primero de todo identifica al mismo
llamado: ¿hay alguien aquí que añora la vida y desea ver a Dios? Citando a los salmos y a la
literatura de la Sabiduría como lo hace frecuentemente, Benito identifica el buscar a Dios
como la meta de la vida humana. La vida no deja de ser humana y variable una vez que se
está persiguiendo la meta. Cuando el “primer fervor de la conversión“ desaparece tus
hermanos ya no parecen santos ni siquiera amigos. La estabilidad es uno de los votos que
Benito define y que requiere tanto de perseverancia física como mental. Hubiera disfrutado
el dicho rabínico “no estás obligado a tener éxito, pero no se te está permitido darte por
vencido”. Pero siendo Benito, sabe que la gente se dará por vencida y entonces le da al
monje tres golpes antes que salga y no que le permitan regresar.

Para balancear la estabilidad que de otra manera se vuelve estática, su segundo voto
resalta el compromiso hacia una continua conversión de vida y de costumbres, una forma
de persecución sin fin de Dios en la vida mística descrita por Gregorio de Niza. Y completa la
tríada la obediencia- idealmente o finalmente practicada sin demora, espontáneamente y
por amor no por miedo. La obediencia debe ser practicada verticalmente hacia el abad y
horizontalmente uno hacia el otro y así se vuelve parecida a Cristo. A diferencia a las
órdenes religiosas posteriores que reconocían la voluntad de Dios en las órdenes de los
superiores, Benito le concede al monje la posibilidad de una apelación si encuentra que le
es imposible llevar a cabo lo que se le ordena. Si falla, debe poner de sí lo mejor y obedecer
y confiar en Dios.

El monasterio es el laboratorio en donde los votos y las “herramientas de las buena
acciones”, entrenan al monje para pendientes más pronunciadas. Si trabaja bien, se
convierte en un lugar lleno de tanto amor y tan liberador que parece que se estuviera en la
cima pero esto depende de una buena administración. Ante todo administración del tiempo,
balanceando correctamente el trabajo físico, la lectio (lectura espiritual) y la oración, que
corresponden a la composición de la persona humana como cuerpo, mente y espíritu. El
tipo de oración que Benito describe es la salmodia en comunidad y la lectura- una lectio
colectiva que sirve como preparación para una verdadera oración contemplativa. El estrés
es la interrupción de la armonía humana natural. La paz es cuando el balance funciona. Se
destaca especialmente al murmullo (el chisme y las quejas) por su corrosivo ataque contra
la paz. El manejo de la organización muestra en la Regla las virtudes romanas de paternitas
y gravitas y no deja mucho (al menos de manera oficial) para hilaritas. En conjunto, el abad
tiene un trabajo imposible. Debe ser capaz de llevar una lista con las herramientas
entregadas para el trabajo cada día y debe adaptarse constantemente a cada
temperamento. Tiene la última palabra pero al mismo tiempo está sujeto a la Regla y debe
consultarla.

Es una descripción del estilo de vida cristiano hermosa, breve y humana, en la que “todos
los miembros vivirán en paz”. Las excepciones hacen a las reglas y Benito hace muchas,
especialmente con los ancianos, los enfermos y los niños, los miembros más vulnerables
de una sociedad. Trata con paciencia la debilidad del cuerpo y de la mente –una rara
característica en la mayoría de las doctrinas espirituales. Sin embargo existe una firmeza
(“no prefieran nada al amor de Cristo”) que nunca transforma la moderación en
compromiso. Al enfocarse en lo mundano de la manera en que lo hace, Benito logra algo
sorprendente. Vemos a Dios reflejado en lo común – Cristo bailando en miles de lugares. Y
sin embargo, él insiste que esto es el jardín de infantes espiritual, solo el comienzo.
Escrita por Kim Nataraja,
Escuela Internacional.
Traducida por:
Ana Inés Privitello,
Argentina

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