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martes, 21 de diciembre de 2010

Camellos y la Redacción de Génesis

Posiblemente, el supuesto anacronismo más usado para sostener la idea que Moisés no pudo haber escrito los primeros cinco libros de la Biblia (una teoría conocida como La Hipótesis Documentaria) son los relatos que indican que los antiguos patriarcas poseían camellos. La palabra “camello(s)” aparece 23 veces en 21 versículos en el libro de Génesis. El primer libro de la Biblia declara que existían camellos en Egipto durante el tiempo de Abraham (12:14-17), en Palestina en el tiempo de Isaac (24:63), en Padan-aram cuando Jacob estuvo trabajando para Labán (30:43) y que los madianitas los poseían durante el tiempo que José fue vendido a esclavitud egipcia (37:25,36). Que quede bien claro, el libro de los orígenes claramente enseña que se domesticaba camellos desde a lo menos el tiempo de Abraham.

Sin embargo, según los escépticos (y un número creciente de eruditos liberales), la idea de que se domesticaba camellos en el tiempo de Abraham contradice directamente la evidencia arqueológica. Hace más de cien años atrás, T.K. Cheyne escribió: “La aseveración de que los egipcios de la antigüedad sabían del camello no tiene fundamento” (1899, 1:634). En su libro a-menudo-citado sobre los varios animales de la Biblia, George Cansdale declaró:

La Biblia menciona a los camellos por primera vez en Gen. 12:16, donde los lista como un presente que el faraón dio a Abraham. Se cree generalmente que esta es una adición posterior de un escriba, ya que parece improbable que existieran camellos en Egipto para ese tiempo (1970, p. 66, énfasis añadido).

Más recientemente, Finkelstein y Silberman declararon confiadamente:

Nosotros ahora sabemos, a través de la investigación arqueológica, que los camellos no eran domesticados como animales de carga antes del pasado segundo milenio y no fueron muy usados en esa capacidad en el antiguo Cercano Oriente hasta aproximadamente 1000 A.E.C (2001, p. 37, énfasis añadido).

En resumen, lo que se le dice al creyente en la Biblia es: “[...]los camellos domesticados fueron simplemente desconocidos durante el tiempo de Abraham” (Tobin, 2000).

Aunque se han hecho estas reclamaciones repetidamente durante el siglo pasado, la verdad es que los escépticos y teólogos liberales no pueden citar un simple fragmento de evidencia arqueológica sólida para apoyar sus afirmaciones. Como Randall Younker de la Universidad de Andrews declaró en marzo de 2000 mientras daba una conferencia en República Dominicana: “Claramente, los eruditos que han negado la presencia de camellos domesticados en el segundo milenio a.C. han cometido la falacia de argumentar del silencio. No se debe permitir que este enfoque anule la veracidad de algún documento histórico, y mucho menos de la Escritura” (2000). Realmente los escépticos son aquellos que deben demostrar que los camellos no fueron domesticados hasta después del tiempo de los patriarcas. En cambio, ellos aseguran a sus oyentes acerca de la ausencia de los camellos en el tiempo de Abraham—sin ninguna pizca de evidencia arqueológica. [Recuerde, por muchos años ellos también argumentaban que no se conocía la escritura durante el tiempo de Moisés—una conclusión basada completamente en el “silencio”. Sin embargo, ahora ellos se han retractado de esta idea ya que se ha encontrado evidencia contraria. Uno pensaría que tales “eruditos” aprenderían a no hablar con tanta seguridad cuando argumentan del silencio].

Lo que hace a sus reclamaciones aun más perturbadoras es que existe evidencia (y ha existido por algún tiempo) que prueba que los camellos fueron domesticados durante, e incluso antes, del tiempo de Abraham (aproximadamente 2000 a.C.). En un artículo que apareció en la Journal of Near Eastern Studies (Revista de Estudios del Cercano Oriente) hace medio siglo atrás, el profesor Joseph Free listó varios ejemplos de hallazgos arqueológicos egipcios que sostenían la domesticación de camellos [NOTA: Las fechas dadas para las dinastías egipcias son de Clayton, 2001, pp. 14-68]. La evidencia más temprana viene de una cabeza de camello de cerámica y una tablilla terracota con hombres montando y guiando a camellos. Según Free, ambos hallazgos son del Egipto pre-dinástico (1944, pp. 189-190), lo cual según Clayton es aproximadamente antes de 3150 a.C. Free también listó tres cabezas de camello de arcilla y una vasija de piedra caliza en la forma de un camello descansando—todos databan de la Primera Dinastía de Egipto (3050-2890 a.C.). Él también mencionó varios modelos de camellos de la Cuarta Dinastía (2613-2498 a.C.) y un petroglifo que representaba a un camello y a un hombre datado en la Sexta Dinastía (2345-2184 a.C.). Tales hallazgos han guiado a un respetado egiptólogo a concluir que “la evidencia existente claramente indica que se conocían a los camellos domesticados [en Egipto—ZS/EL] para 3000 a.C.”—mucho antes del tiempo de Abraham (Kitchen, 1980, 1:228).

Tal vez el hallazgo más convincente que apoya la domesticación temprana de los camellos en Egipto es una cuerda hecha de pelo de camello encontrado en Fayum (un área de oasis al suroeste del Cairo moderno). La cuerda de pelo de dos ramales, la cual mide un poco más de tres pies de largo, fue encontrada a finales de la década de 1920 y fue enviada al Museo de Historia Natural donde fue analizada y comparada con el pelo de varios animales diferentes. Después de exámenes considerables, se determinó que era pelo de camello, datado (al analizar la capa donde fue encontrada la cuerda) en la Tercera y Cuarta Dinastía Egipcia (2686-2498 a.C.). En su artículo, Free también listó otros descubrimientos encontrados alrededor de 2000 a.C., y posteriormente, los cuales muestran a los camellos como animales domesticados (pp. 189-190).

Aunque fueron múltiples en Egipto, los hallazgos relacionados a la domesticación de camellos también son conocidos en el continente africano. En su libro, Ancient Orient and the Old Testament (El Oriente Antiguo y el Antiguo Testamento), el profesor Kenneth Kitchen (jubilado) de la Universidad de Liverpool reportó varios descubrimientos hechos fuera de Egipto que prueban la domesticación del camello para aproximadamente 2000 a.C. Se han descubierto listas léxicas de Mesopotamia que muestran un conocimiento concerniente a la domesticación de camellos tan temprano como en ese tiempo. Se han encontrado huesos de camellos en ruinas de casas familiares en Mari (Siria moderna) que los expertos en fósiles creen que tienen a lo menos 4,000 años de edad. Adicionalmente, se ha descubierto un texto sumerio del tiempo de Abraham en la ciudad antigua de Nippur (localizada en lo que conocemos como el sudeste de Irak) que claramente implica la domesticación de camellos por sus alusiones a la leche de camello (Kitchen, 1966, p. 79).

Todos estos hallazgos documentados sostienen la domesticación de camellos en Egipto muchos años antes del tiempo de Abraham. Aunque, como Younker correctamente observó, los escépticos rechazan reconocer esta evidencia.

Es interesante notar cómo, una vez que una idea entra en la literatura, esta puede llegar a enraizarse firmemente en el pensamiento erudito convencional. Yo recuerdo que en una ocasión hacía una investigación en el sitio antiguo de Hama en Siria. Mientras leía los reportes de la excavación (publicados en Francia), tropecé con una referencia a una estatuilla del segundo milenio que el escavador pensaba que era un caballo, pero la extraña joroba en el medio de su espalda me hizo recordar a la joroba de un camello. ¡Yo miré la fotografía y la estatuilla era obviamente la de un camello! El erudito estaba tan influenciado por la idea de que no se usaban camellos sino hasta el primer milenio, ¡que cuando encontró una estatuilla de un camello en el segundo milenio, se sintió forzado a llamarle caballo! Este es un ejemplo clásico de razonamiento circular (2000, paréntesis en original).

Los hallazgos relacionados a la domesticación de camellos no son tan frecuentes en el segundo milenio a.C. como lo son en el primer milenio. Sin embargo, esto no quiere decir que el caso de los escépticos sea más fuerte. El hecho que los camellos no fueron usados extensamente durante el tiempo de Abraham como lo fueron después, no significa que estos fueron completamente salvajes. Como Free comentó:

Muchos que han rechazado esta referencia a los camellos de Abraham parece que han supuesto algo que el texto no declara. Debe notarse cuidadosamente que la referencia bíblica no indica necesariamente que el camello era común en Egipto para este tiempo, ni tampoco demuestra que los egipcios habían logrado grandes progresos en la cría y domesticación de camellos. La referencia dice simplemente que Abraham tenía camellos (1944, p. 191, énfasis añadido).

Similarmente, Younker anotó:

Esto no quiere decir que los camellos domesticados eran abundantes y que se usaban extensamente en el Oriente Cercano antiguo a comienzos del segundo milenio. Sin embargo, los relatos patriarcales no requieren necesariamente cifras grandes de camellos... La pequeña cantidad de evidencia para los camellos domesticados a finales del tercer milenio y a comienzos del segundo milenio a.C., especialmente en Palestina, está de acuerdo con este uso más limitado (1997, 42:52).

Incluso sin los hallazgos mencionados anteriormente (con los cuales el examinador imparcial prueba que se domesticaban camellos en el tiempo de Abraham), es lógico concluir que ya que los camellos salvajes han sido conocidos desde la creación, “no existe razón creíble por la cual este animal indispensable en el desierto y tierras semiáridas no pudiera haber sido domesticado esporádicamente en el tiempo de los patriarcas e incluso antes” (“Animal Kingdom”, 1988). Lo cierto es que toda la evidencia disponible apunta a una conclusión—sí ocurrió el uso limitado de camellos domesticados durante y antes del tiempo de Abraham. El supuesto “anacronismo” concerniente a los camellos domesticados durante el tiempo de los patriarcas es, realmente, una referencia histórica real del uso de estos animales en ese tiempo. Aquellos que rechazan esta conclusión no pueden dar ni una fracción de evidencia arqueológica sólida a su favor. Ellos simplemente argumentan del “silencio” de la arqueología...¡la cual ya no es silenciosa!

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