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martes, 21 de diciembre de 2010

Gnosticismo - Laurence Freeman






La ocasión para la primera gran división en la historia de la espiritualidad cristiana fue una
forma esotérica y ecléctica de misticismo que todavía está entre nosotros y aparece de
tiempo en tiempo en grandes éxitos de taquilla de Hollywood. ‘La verdad está afuera’, ´El
Código Da Vinci´ o ´Estigma´ todos reivindican antiguos secretos mantenidos ocultos por
viles cardenales católicos y monjes albinos que finalmente son revelados para todos por
antropólogos estadounidenses que escapan del Vaticano y de la policía.

Desde el descubrimiento de una colección de textos gnósticos (de gnosis, conocimiento) en
Nag Hammadi en el Alto Egipto en 1945 ha existido un enorme y renovado interés en esta
tradición y su relación con el cristianismo ortodoxo. Este movimiento desarrolló una
exagerada importancia y coincidió con la aparición del feminismo y la exposición pública de
las debilidades humanas del clero y de las instituciones religiosas. Creó un mercado dentro
del vacío espiritual que fue rápidamente llenado por los proveedores de revelaciones
religiosas. Probablemente la mitad de los estudiantes universitarios occidentales piensan
que hay algo sólido en el mito Jesús-María Magdalena, y que, alguna vez, existió un
cristianismo feminista, liberal, humanista y democrático reprimido por centralistas e
inquisidores. De hecho la jerarquía y la liturgia desarrollaron muy pronto en la vida de la
Iglesia. Las herejías no son siempre necesariamente las formas reprimidas de una
temprana perfección. También pueden ser experimentos en los que hay mucho que admirar
pero que luego se los halla deficientes (herejía significa elección en Griego).

El gnostisismo es un importante elemento modelador de nuestra tradición, razón por la cual
la mayoría de los místicos se consideran a sí mismos cristianos. Sin embargo es un
movimiento de tan difícil definición por parte de los académicos como lo es nuestra propia
“New Age”. También a los cristianos les resulta difícil rechazar el gnosticismo totalmente,
por la misma razón por la que no podemos negar que un familiar caprichoso u oveja negra
pertenece a la familia. La Primera Carta de Juan con su sublime enseñanza de amor- que no
podría ser encontrada en un texto gnóstico- se vuelve dura cuando se refiere a “los muchos
anticristos” que se separan de la comunidad.” Ellos nunca nos han pertenecido, si lo
hubieran hecho se hubieran quedado con nosotros” (2: 19). Este es el lenguaje amargo de
sentimientos de familia heridos. Tal vez el dubitativo Tomás del Evangelio de Juan (20:24),
que toca el cuerpo físico de Jesús resucitado y cree, es una respuesta al agnóstico Tomás
y su incapacidad para aceptar el significado completo de la Palabra hecha carne.

El material oral y literario de los recuerdos sobre Jesús fue recopilado en los evangelios
sinópticos entre los años 70 y 90. Pero pasaron otros tres siglos antes que se estableciera
un canon definitivo que omitía, por ejemplo textos tales como el Pastor de Hemas e incluía
otros difíciles o problemáticos como el Apocalipsis. Nos ayudará a comprender mejor si
comparamos el Evangelio de Tomás, un texto sirio cuya data está en discusión pero que
probablemente se escribió alrededor del año 75 DC, con la doctrina mística y parcialmente
agnóstica de los escritos joánicos, el Evangelio y las Cartas. El evangelio de Tomás no es
narrativo, es una colección de dichos de Jesús.-`los dichos secretos pronunciados por el
Cristo viviente´(1) algunos de los cuales, de acuerdo a algunos académicos, pueden ser
considerados como auténticos. El tono esotérico del texto es una característica del
gnosticismo, pero que no está ausente en el resto de los libros.”A ustedes se les ha
confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera todo es parábola”
(Marcos 4:11). Este dicho resuena en todos los sinópticos aunque el sentido general no es
el de hablar de una enseñanza escondida sino de una impartida abiertamente y que fue
malinterpretada con frecuencia aún por sus discípulos mas cercanos: “¿Todavía no
entienden? ¿Están cerradas sus mentes? Tienen ojos. ¿No pueden ver?” Jesús les
pregunta a los doce. (Marcos 8:17-18)

Tanto Tomás, como Juan, hacen énfasis en la inmanencia, la presencia divina que habita en
el interior. Pero el texto agnóstico agrega una omnipresencia impersonal: “Partan un
pedazo de madera y yo estaré allí. Levanten una piedra, y me encontrarán allí”.(78). En Juan,
Jesús personaliza esta presencia elevándola al más alto misterio de su unión con el Padre:
“Como tu, Padre, estás en mi y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros”, (Juan 17:
21). Existe un sentido del discipulado en Tomás pero el discípulo es llamado a confiar en si
mismo y a lograr una mejor auto comprensión, lo que lo convierte en un tipo diferente de
discipulado que el que se encuentra en las enseñanzas canónicas. En Tomás, cuando le
hacen preguntas a Jesús el les contesta que se retiren y descubran las repuestas por sí
mismos. En Juan la “amistad” que Jesús comparte con el discípulo, conforma una relación
más cálida que cualquiera que podamos vislumbrar en los dichos inconexos del agnóstico:
“Jesús dijo no soy tu maestro. Porque has bebido del burbujeante manantial que he
cuidado, tú te has intoxicado” (13). El cristiano agnóstico es esencialmente igual a Jesús
porque a ambos les pertenece la misma luz y naturaleza divina. El cristiano católico se
convierte en uno con Cristo, por medio de la gracia, un hijo de Dios “por adopción”. El
lenguaje es similar pero el sentido es diferente. Pero cuando Juan dice “seremos como él
porque lo veremos tal cual es “se hace obvia la cercanía de los dos tipos de lenguajes
místicos.

El llamado gnóstico de Jesús es desde el caos hacia un a búsqueda significativa para
encontrarnos a nosotros mismos como hijos de Dios: Jesús dijo, “Aquellos que buscan no
deben dejar de buscar hasta que encuentren lo que buscan. Cuando encuentren lo que
buscan se sentirán perturbados. Cuando estén perturbados se maravillarán y gobernarán
sobre todo” (2). Estas citas tienen un tono obviamente diferente a las de los principales
evangelios en cuanto al llamado a la renunciación. Detrás del ascetismo de Tomás persiste
lo que se ha llamado la `paranoia cósmica´ del gnostisismo y el profundo dualismo de una
cosmología que rechazó los primeros capítulos del Génesis. Para el gnóstico el mundo es
un error no una creación divina que Dios contempló y encontró buena. La `unicidad´ del
gnóstico es diferente a la unidad del católico cristiano.

Sin embargo la Gnosis (conocimiento) es un importante elemento en el Nuevo Testamento,
especialmente en Juan y Pablo. Clemente de Alejandría, como veremos la semana que
viene, llamó `gnóstico´ al cristiano maduro. . La influencia del gnosticismo en el desarrollo
de la tradición mística cristiana ha sido poderosa, aunque más por negación que por
reconocimiento. Estableció límites, definió por ejemplo mediante el polémico `Against
Heresies´(Contra la Herejías) de Ireneaus de Lyons, que los cristianos debían ser prudentes
en la travesía. Finalmente, sin embargo, la discusión no es sobre el valor del conocimiento
sino sobre su contenido y significado. Este significado fue definido por la suma de otros dos
temas claves usados para expresar e interpretar la experiencia mística cristiana, fe (pistis)
y amor (agape). Para Pablo `la más grande es el amor´ y para Juan `Dios es amor´. Para
Tomás la salvación viene a través de la gnosis. Para el Nuevo Testamento la gnosis surge
de la unión de la fe y el amor. Lo que está notablemente ausente del Evangelio de Tomás es
el tema del perdón y del amor hacia los enemigos. Esto es lo que hace al misticismo de la
tradición católica una encarnación real y transformadora

Las implicancias de estas diferencias para la teología mística son inmensas porque dan
forma a la identidad y al estilo de una comunidad. ¿Qué diferencia tienen, si es que la tienen,
con respecto a la experiencia mística en sí misma? Es una pregunta difícil en el seno de
todas las tradiciones místicas y hoy en día abre el diálogo entre las religiones. Ninguna
descripción de una experiencia elude el lenguaje o la vida de su comunidad. Sólo el silencio
puede hacerlo. Aún así, la experiencia del silencio crea una comunidad que merece ser
llamada católica por estar unificada en la total diversidad de sus miembros. Y nuevamente,
no todas las interpretaciones de esta experiencia tienen la misma integridad así como no
todas las interpretaciones de las escrituras son correctas. Así descubrimos que
tristemente cierta es la ocurrencia del Cardenal Newman cuando dijo que la palabra
`misticismo comienza con Mist (niebla) y termina con schism (cisma). La disputa católica /
gnóstica demuestra que debemos estar prevenidos y no ignorar las repercusiones de las
diferentes interpretaciones encontradas para el silencio en la experiencia mística - los
significados de conocimiento, fe y amor. Pero la misma disputa demuestra que también
existe la necesidad de la existencia de la autoridad de la tradición y sus intérpretes para
defender la unidad en una comunidad espiritual que nos ayuda a prepararnos y nos sostiene
en el viaje sin final hacia el interior de ese silencio.

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