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miércoles, 15 de septiembre de 2010

LA SANTA INQUISICIÓN(I

La Inquisición es, posiblemente, la institución más discutida de la Iglesia Católica. Existen infinidad de textos que justifican la Inquisición y otros tantos que la denostan. La Inquisición no fue una institución que se creó como la solemos conocer durante la expulsión de los judíos de España en 1492 y en su nefasta actuación con los conversos. En realidad fue creciendo gradualmente y adaptándose a los acontecimientos históricos que se dieron en Europa durante la Edad Media y el Renacimiento. El edificio de la Inquisición comenzó a construirse varios siglos antes de la gran conversión de judíos españoles al final del siglo XIV.

Se pueden distinguir tres formas de Inquisición: Inquisición Episcopal, Inquisición Pontificia e Inquisición Española.

La Inquisición Episcopal
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Una vez establecida la ortodoxia, las desviaciones de ella son inquiridas y estudiadas por el obispo de cada diócesis y, de comprobarse el delito, son castigadas. Ésta es la primera forma de Inquisición. Los castigos en éstos casos eran penitencias canónicas, como asistir en ocasiones determinadas a la iglesia, rezar determinadas oraciones, hacer ayunos, etc.

Mientras tanto, la autoridad del papado sobre los reyes y príncipes cristianos se afianza: los reyes reinaban por mandato divino y para su coronación era necesaria la bendición romana. Además, el papado comienza a administrar las indulgencias.

La Inquisición Pontificia
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Una serie de hechos que, al parecer no tienen relación, comienza a configurar otra forma de Inquisición.

En el año 1095, el papa Urbano II difunde la necesidad de una cruzada para reconquistar Tierra Santa que estaba en poder del Islam. Para reclutar voluntarios afirmó que dicha cruzada constituía el sustituto de una penitencia cualquiera e implicaba una remisión total del pecado. Esto dio lugar al comienzo de las Indulgencias.

Al principio, una cruzada suponía penas y sacrificios muy arduos para un cristiano y era la única forma de obtener indulgencias, pero con el tiempo y con las necesidades crecientes de fondos, éstas indulgencias se fueron extendiendo a todos los que ayudaban con bienes o dinero a los cruzados y, luego, se comenzaron a vender, por ejemplo, a los peregrinos a Roma para la construcción de la catedral de San Pedro, hasta que finalmente se vendieron por cualquier motivo y por sumas ínfimas.

Otro hecho importante fue que a mediados del siglo XIII se fundan las órdenes mendicantes: los franciscanos y los dominicos.
Santo Domingo y San Francisco predican la austeridad, la beneficencia y la caridad, retornando a las fuentes primitivas del cristianismo y haciendo votos de pobreza. Éstas órdenes tienen un crecimiento rápido. En pocos años construyen monasterios en casi todas las ciudades de Europa. Éstos monjes mendicantes contrastan plenamente con el opulento clero episcopal establecido. Dependen directamente de Roma. Su ortodoxia es extrema. La Orden Dominica es encargada por el papa para predicar el evangelio y actuar en alguna región infectada de herejía. También se ocuparon de la educación e influyeron y obtuvieron las principales cátedras de las universidades.

Las ideas no ortodoxas, paradójicamente, comienzan a llegar a Occidente de la mano de los cruzados que regresaban de Tierra Santa. Ellas consistían en considerar que Cristo no había creado una iglesia organizada, entonces –decían– la enseñanza católica acerca de la imágenes, los santos, el bautismo de los infantes, la inmaculada concepción eran falsos.
Estas ideas se difundieron rápidamente por Occidente.

Los herejes sostenían que los únicas garantías de salvación eran la castidad, la pureza, el ascetismo, la humildad, virtudes que ellos (los herejes) practicaban y el clero establecido no. Esta herejía se inició en el sur de Europa y se expandió rápidamente tomando diversos nombres: cátaros, arrianos, albigenses, valdenses, dependiendo del líder o de la región donde predominaba. La Iglesia se sintió aterrorizada por la posibilidad de un nuevo cisma y de una desintegración de la cristiandad.

Entonces, el Papa Inocencio III reaccionó y envió varias inquisiciones de los monjes cistercienses y también a Domingo de Guzmán (que luego fuera canonizado Santo). Si bien consiguieron algunas retractaciones, la herejía continuaba.

Finalmente el Papa terminó llamando a una cruzada interna contra los albigenses, en la región del sur de Francia cerca de los Pirineos, a partir de 1208. Los cruzados recibían una indulgencia plenaria luego de los 45 días de servicio, la condenación de sus deudas e intereses y la posibilidad de recibir las tierras confiscadas a los herejes derrotados.
Estos beneficios congregaron un ejercito de 500.000 hombres quienes, capitaneados por el duque de Borgoña y el conde de Monfort, marcharon hacia la región de Albi. Encabezaban el bando de los herejes Rogerio, vizconde de Albi, y Raimundo, conde de Toulouse. Los papistas tomaron la ciudad de Beziers, pasaron a cuchillo a 60.000 habitantes, sin respetar a mujeres, ancianos y niños; la saquearon y luego incendiaron en julio de 1209. La anécdota que quedo de estos hechos es que los soldados, cuando preguntaron a los prelados como distinguían entre católicos y herejes, la respuesta fue: "Matad a todos que luego Dios los distinguirá en el cielo".

Más tarde se dirigieron a Carcasona donde se rindió el vizconde Roger y fueron quemados algunos centenares de habitantes. Pero la fuerza de la cruzada se debilito cuando transcurrieron los 45 días necesarios para alcanzar la indulgencia.
El foco hereje continuo vivo en Toulouse, apoyada por su aliado, al rey de Aragón. La lucha continuó por muchos años hasta que los herejes fueron derrotados finalmente en 1253.

Otro de los puntos importantes fue que el Concilio IV de Letrán de 1215, convocado por el papa Inocencio III, dictó un reglamento que dio forma a la Inquisición pontificia, reagrupando disposiciones de los papas que lo precedieron en concilios anteriores.
Los puntos principales eran:

.-Toda herejía debía ser perseguida concertadamente por las autoridades civiles y eclesiásticas.

.-Los procesos deberán ser iniciados de oficio —sin instancia de parte—.

.-Los obispos deberán disponer la realización de inquisición en cada parroquia de su diócesis.

.-Las propiedades de los herejes deberán ser confiscadas.

.-Los recalcitrantes deberán ser relajados al brazo secular para ser sancionados. La palabra relajar significa según el DRAE: "entregar el juez eclesiástico al secular un reo digno de pena capital." Es decir, los mandaban al verdugo.

Si bien los papas habían encomendado a los monjes cistercienses algunas inquisiciones aisladas contra grupos de herejes, aún no había una Inquisición organizada.

Como consecuencia de tantos desmanes cometidos a inocentes en la represión de la herejía albigense, se levantaron voces de protesta en toda la cristiandad, las que dieron lugar al concilio de Toulouse (1229) que creo el Tribunal de la Inquisición.

La Inquisición se encomendó a la orden Dominicana en donde se conformó un tribunal permanente que actuaba en concordancia con el obispo de la región infectada por la herejía, por ello se la denomina Inquisición Pontificia. Es ésta la segunda forma de Inquisición.

Esta institución, creada en principio para mitigar los excesos de las actuaciones no controladas contra los herejes, finalmente incorporó los abusos de la práctica anterior y agregó otros. Además, los Papas impulsaban a los reyes y príncipes a la adopción de leyes civiles que penaran a los recalcitrantes de herejía con la pena capital. Para la coronación del emperador Federico II, el papa Inocencio III insistió para que organizase en su imperio la persecución de la herejía. Federico II sancionó, a instancias del Papa, leyes que condenaban a los herejes dentro de su imperio, a la pena de muerte en la hoguera. Con el tiempo, la Santa Sede recomienda a todos los reyes y príncipes cristianos incorporar a sus legislaciones locales leyes similares a las del emperador Federico II.

Ya en 1231 queda constituído en Roma el tribunal de la Inquisición, o del "Santo Oficio"; su constitución fue encomendada la orden dominica. El primer inquisidor había sido Domingo de Guzmán quien predicó ante los albigenses ya en 1208.

La Inquisición podía actuar por acusación, por denuncia o de oficio.

Había tres opciones posibles:

.-Que los procesados se presentasen libre y voluntariamente a confesar sus faltas; en este caso serían sancionados con medidas espirituales, generalmente leves.

.-Que se arrepintiesen solamente por miedo a la muerte; sufrirían entonces penas de prisión.

.-Que se mantuvieran obstinados en sus errores; serían relajados al brazo secular para que se les aplique la pena de muerte en la hoguera.

Los inquisidores se dirigían al sitio donde se sospechaba que había un foco de herejía y pedían el apoyo de las autoridades locales que estaban obligadas a otorgarlo so pena de excomunión y ser, a su vez, acusados de herejes. Se leía un edicto de gracia en la iglesia mayor donde se detallaba cuáles eran los errores contra la fe y se daba un plazo para el arrepentimiento. Además se instaba a quien conociera herejes los delatara. El plazo era generalmente de un mes.

Los que confesaban voluntariamente eran sentenciados inmediatamente con penas religiosas que consistían en oraciones diarias, peregrinaciones, ayunos y multas.

En el caso de existir pruebas suficientes contra el reo y si éste no confesaba la verdad, se aplicaba el tormento. Los elementos de tortura eran: el potro, la garrucha y el castigo de agua. Si el acusado confesaba, entonces era condenado a varios años de prisión o de galeras, confiscación de bienes, prohibición de ejercer ciertos oficios pare él y sus herederos y llevar vestimentas que denotaran su condición de arrepentido.
En caso de persistir en su error, era relajado al brazo secular que aplicaba la pena de muerte.

Cuando había suficientes sentencias y se consideraba que la herejía estaba conjurada, se hacía lo que finalmente se conoció como auto de fe.
Un auto de fe era una ceremonia que duraba un día entero. Comenzaba a primeras horas de la mañana, cuando los reos eran llevados a la casa del inquisidor, en la que se los vestía con una túnica amarilla y un bonete en pico. Se hacía un desfile hasta el lugar donde se llevaría a cabo el acto, en general una plaza importante. Se celebraba misa con un sermón que se refería a lo horrendo de la herejía. Luego se leían las sentencias, comenzando por las más leves. A los que se relajaban al brazo secular para ser quemados se los conducía hacia otro lugar que se llamaba quemadero, donde habían preparado una pira y allí eran quemados vivos.

Esta Inquisición cumplió con los objetivos fijados de eliminar la herejía de los reinos y principados cristianos. Después de algunos siglos de funcionar fue quedando en desuso y en el olvido. En la Inquisición Pontificia, las sentencias de los juicios eran apelables ante la Santa Sede y generalmente los acusados eran absueltos allí por dinero, posición social o mediante un favor importante a los ojos de la Iglesia.

La Inquisición en España
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Es necesario hacer aquí una distinción entre la Inquisición en España y la Inquisición Española, expresiones que parecen iguales pero no lo son.

La Inquisición Española es la que los reyes Isabel de Castilla, y Fernando de Aragón establecen en España a partir de 1478 y que fue independiente y diferente de la del resto de la cristiandad. Sin embargo, en España también funcionaron la Inquisición Episcopal y la Inquisición Pontificia. La Inquisición era casi desconocida en la Península hasta la fecha mencionada.

En Castilla no había tribunal de la Inquisición y los delitos de la fe se atendían en los obispados mediante la Inquisición Episcopal pero los obispos estaban ocupados en otros asuntos y le prestaban poca importancia a la herejía.

Por el contrario, en Aragón, había un tribunal de la Inquisición Pontificia establecido desde la época de la herejía albigense que se había extendido desde Toulouse hasta la vecina Aragón. Domingo de Guzmán, el primer inquisidor, había mandado a principios del siglo XIII a Raimundo de Peñafort como comisario y a instancias de éste, el papa Gregorio IX designó un tribunal de la Inquisición que se ocupó de erradicar la herejía albigense en Aragón tras largas vicisitudes. Pero para la época que nos interesa, mediados del siglo XV, también el tribunal de Aragón estaba casi olvidado.

De la misma forma que los acontecimientos se fueron desencadenando para dar lugar a la creación de los tribunales de la Inquisición Pontificia, también en España los hechos se sucedieron de tal forma que los reyes consideraron necesario crear la Inquisición Española.

Puede señalarse como primera causa el fenómeno de conversión masiva de judíos que se produce durante las revueltas y motines antijudíos de 1391, que se iniciaron en Sevilla por los sermones de Fray Ferrant Martínez y que continuaron con la prédica de Vicente Ferrer en Castilla entre los años 1400 y 1420, que logrando también una conversión masiva de judíos.

El fenómeno de los conversos
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A mediados del siglo XV encontramos en la Península Ibérica varias clases sociales:

.-Los reyes y la nobleza, ostentan el poder, manejan las armas, hacen la guerra a los moros y son dueños de las tierras despreciando el trabajo manual.

.-El pueblo, que es esclavo de la gleba, es decir, que depende de los señores feudales y cultiva la tierra, inculto e iletrado.

.-El clero, que depende de Roma y está agrupado en conventos de diferentes órdenes.
Las más importantes, como ya vimos, son los dominicos y los franciscanos, monjes mendicantes, que pregonan el ascetismo, la vida dedicada a la oración y dependen directamente de Roma, no del obispo local. Dominan el saber, los libros y las bibliotecas, son los cristianos educados.

.-Las minorías de otros credos: judíos y moros.
Los moros son el pueblo vencido que retrocede a medida que los cristianos conquistan el territorio hasta concentrarse finalmente en Andalucía, en la provincia de Granada.

Los judíos, que habitaban la Península desde tiempos inmemoriales, son habitantes urbanos, que ejercen toda clase de oficios, hasta los más elevados como consejeros de los reyes. Son letrados y conocen la contabilidad y la numeración decimal.
Las leyes de los diferentes reinos limitan cada vez más las posibilidades de trabajo de los judíos impidiéndoles ejercer diversos oficios. Sus actividades son cada día restringidas y son obligados a vivir en barrios determinados; hay un intento de excluirlos de la vida económica.

En éste panorama se insertan los conversos, llamados también marranos o cristianos nuevos, en contraposición a los cristianos viejos o lindos que son los originarios cristianos.
Los conversos ven que al cambiar de religión, los impedimentos que tenían como judíos son eliminados y tienen acceso a todos los oficios y puestos del reino, que antes les eran vedados. Enseguida comienzan a escalar posiciones en las cortes de España por su capacidad y sabiduría, aventajando a los cristianos lindos. Con el correr del siglo XV, éstos cristianos nuevos despiertan la envidia y los celos de los cristianos viejos y comienzan las intrigas y las demandas en su contra.

La sucesión del trono de Castilla después de la muerte del rey Enrique IV recae, no sin ciertas intrigas y luchas, en su hermana Isabel en el año 1465. Isabel contrajo matrimonio con Fernando, sucesor del trono de Aragón, por lo que ambas coronas se unieron, a la muerte de Juan II de Aragón. Era confesor de la reina Isabel, Tomás de Torquemada, prior de los Dominicos e influyente en la corte. Torquemada se hizo eco de las protestas de los cristianos viejos y comenzó a predicar acerca de la conveniencia de crear una Inquisición en Castilla.

En 1478 se produce un acontecimiento fortuito por el que se descubre en Sevilla a un grupo de cristianos nuevos que hacían ceremonias extrañas a la religión cristiana. Esto convence a la reina, quien ordena a los embajadores de España en Roma que pidan al papa la creación de una Inquisición para Castilla y Aragón. El papa Sixto IV expide una bula en noviembre de 1478 que autoriza a los reyes de España a nombrar inquisidores y removerlos a perpetuidad.
Se crea así el tribunal y los primeros inquisidores, Miguel de Morillo y Juan de San Martín, llegan a Sevilla en setiembre de 1480. Sus pesquisas les llevan a hallar un grupo de criptojudíos cuyo líder era Diego de Susán. Se levanta la acusación de herejía y, tras un proceso, los principales autores son condenados a la hoguera en el primer auto de fe en Sevilla el 6 de febrero de 1481, en el quemadero de la Tablada.

Características especiales de la Inquisición Española
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La Inquisición Española se diferenciaba de la Inquisición Pontificia en primer lugar porque a los Inquisidores los nombra el rey, no el papa, o sea que pasan a ser funcionarios de estado y responden a las políticas del reino.
La segunda diferencia es que los procesos no eran apelables en Roma. El tribunal se organizó de tal manera que Torquemada fue nombrado Inquisidor Supremo para Castilla, Aragón y Sicilia, formando parte del tribunal el cardenal Mendoza, Miguel Morillo y Juan de San Martín. La sede primitiva estaba en Sevilla, trasladándose luego a Toledo. La autoridad del Inquisidor Supremo era inapelable. El Inquisidor Supremo presidía un consejo llamado supremo, compuesto por cinco ministros.

El papa Clemente VIII les otorgó facultades de revisar todo tipo de impresos y manuscritos y de prohibir la lectura y circulación de todos los libros y papeles que juzgasen perjudiciales a la moral o contrarios a los dogmas ritos y disciplina de la iglesia.

Composición del Tribunal
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El consejo Supremo nombraba a los miembros de los Tribunales Subalternos con jurisdicción sobre todo el territorio del reino y de ultramar.

Los tribunales eran formados por dos jueces letrados y un teólogo. Tenían el trato de Señoría y debían vestir traje eclesiástico.

Había un fiscal acusador y un juez de bienes que tasaba las posesiones confiscadas a los acusados. Los asistía un numero de personal auxiliar que cumplía diversas funciones. Entre ellos, los más importantes para la historia fueron los notarios, que escribían todas las preguntas y respuestas hechas a los presuntos herejes y que hoy constituyen muy valiosos documentos. Inclusive anotaban las declaraciones hechas cuando el acusado era sometido a tortura.

Además, en cada pueblo o ciudad había comisarios que debían cumplir las órdenes del tribunal de la región. Sus funciones eran las de difusión de los edictos de la Inquisición, especialmente el edicto de fe que se leía en las iglesias. Debían hacerlos cumplir, investigar los casos de herejía que pudieran presentarse y arrestar a los sospechosos.

Luego estaban los "familiares" que ejercían la función de vigilancia y protección de los miembros del Santo Oficio y secundaban a los comisarios en los arrestos.

Es importante hacer notar que todos los miembros, comisarios y familiares del tribunal gozaban de una indulgencia plena mientras duraran sus funciones.

Jurisdicción y establecimiento en los reinos de España
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La jurisdicción del tribunal abarcaba todas las posesiones españolas, las sedes que se fueron creando a lo largo de su actuación fueron: Sevilla, Córdoba, Ciudad Real, Toledo, Cuenca, Murcia, Valladolid, Santiago, Logroño, Granada, Llerena, Zaragoza, Barcelona, Valencia, Baleares, Jaén, Canarias; en América: Méjico, Lima y Cartagena de Indias; en Italia: Cerdeña y Sicilia. El tribunal de Ciudad Real fue trasladado con el tiempo a Madrid.

El establecimiento de la Inquisición en España no fue acatado en todas las ciudades con igual beneplácito. En algunas regiones hubo una fuerte oposición y en el reino de Nápoles, vasallo de Aragón nunca se pudo establecer por la oposición de los Barones que nunca la admitieron.

En Aragón, las Cortes demoraron dos años en acatar el establecimiento de la Inquisición a la manera de Castilla, pese a que la inquisición pontificia funcionaba desde el siglo XIII. Al poco tiempo de instalada fue asesinado el Inquisidor Gaspar Juglar y después su sucesor, Pedro de Arbués. Pero los promotores de estos asesinatos fueron descubiertos y protagonizaron los primeros autos de fe de Aragón a partir de 1485.

Ya tenemos entonces a la Inquisición establecida firmemente por Torquemada en toda la Península Ibérica salvo en Portugal, Navarra y Granada, todavía esta última un baluarte moro.

Procedimientos
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Los procedimientos de la Inquisición Española eran similares a los de la episcopal. Incluían los interrogatorios durante la tortura y el eufemismo de la relajación al brazo civil, donde sabían que la pena era la muerte en la hoguera.

El uso de la tortura era común. Muchas veces sólo consistía en mostrar al reo la sala de tormento, los verdugos y los instrumentos de tortura. Con sólo mostrarlos se conseguían confesiones y delaciones.

En los casos de que el reo insistiera en sus convicciones era sometido efectivamente a tormento. Los más usados eran:

.-La cuerda, consistía en sujetar al reo en una mesa y luego dar vueltas a un cordel enrrollado a sus brazos y piernas produciendo estiramiento de las articulaciones y un fuerte dolor.

.-El tormento del agua consistía en verter agua sobre el rostro del torturado impidiéndole respirar.

.-El garrote consistía en una tabla sostenida por cuatro patas con garrotes que se ajustaban hasta producir dolor.

.-En el Tormento de la garrucha el torturado era atado de las manos, elevado y dejado caer violentamente sin llegar al suelo, lo que provocaba intensos dolores en las articulaciones.

Procesos célebres
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.-El niño de la Guardia, se imputó a un judío el sacrificio de un niño para arrancarle el corazón y conjurar así los males de la Inquisición.

.-Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática castellana fue acusado ante la Inquisición y luego absuelto.

.-Fray Luis de León, por su traducción del cantar de los cantares fue procesado y puesto en prisión. Absuelto al cabo de cinco años acuñó al volver a su cátedra la frase: "decíamos ayer…".

.-Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz también sufrieron procesos.

Otras acciones
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La Inquisición tuvo el principal papel durante la expulsión de los judíos de España. Más tarde se ocupó de la persecución de brujas. Luego persiguió a los protestantes en el siglo XVI y XVII y, finalmente, en el siglo XVIII, persiguió a los masones y a los seguidores de la ilustración y de la Revolución Francesa. Siempre continuó con el Index de los libros editados en España y las colonias, determinando qué se podía leer y qué no.

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