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domingo, 19 de septiembre de 2010

TEMPLARIOS HOY


TEMPLARIOS HOY

La supervivencia de la Orden del Temple



Por Christopher Knight

Desde que en el año 1119 un pequeño grupo de caballeros diese origen a los “Pauperes commilitones Christi Templique Salomonis” (Pobres caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, conocidos también como Orden de los Caballeros del Temple), con el objetivo de proteger a los peregrinos que visitaban Palestina tras la primera Cruzada; hasta el 11 de marzo de 1314 en que fue ejecutado Jacques de Molay, Gran Maestre de los Templarios, transcurrieron dos siglos de la historia de una de las organizaciones más enigmáticas que nunca han existido.

La leyenda de la Orden del Temple comenzó a forjarse a partir del suplicio del último gran Maestre de la Orden, Jacques de Molay y Geoffrey de Charney, preceptor de Normandía, ardiendo “a fuego lento” en una hoguera de la isla de los Judíos de París, frente a la gran catedral de Nôtre-Dame, un fatídico lunes, 18 de marzo de 1314.

Si uno se molesta en seguirle la pista a los Templarios a lo largo de la Historia de la Literatura, descubrirá que el interés por la Orden Templaria no es un asunto exclusivo de nuestra época, donde cada año se editan centenares de títulos sobre el mismo tema, sino que la fascinación por los “Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón” ha sido una tónica general a lo largo de los siglos por todo tipo de intelectuales y literatos. Así, por ejemplo, y ya que este artículo va destinado a lectores de su cultura, en España: Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro escribe el ensayo "Sobre la causa de los Templarios", incluido en sus "Cartas Eruditas I " en 1742. Aunque ya otro español Pérez de Montalbán, discípulo de Lope de Vega, había compuesto una comedia de titulada "Los templarios", en 1638. Voltaire les dedicará el capítulo 66 de su Historia Universal, "Du supplice des templiers et de l´extincion de cet ordre", en 1753. Y Johan von Kalchberg publica el drama histórico Die Tempelherren en 1778, considerando al Temple como una encarnación histórica de la "masonería eterna", existente desde tiempo inmemorial.

Seis años más tarde, en 1813, se publicará la aportación científica más importante al tema templario en el siglo XIX: "Monument hist., relatifs à la condamnation des chevaliers du Temple, et l´abolition de leur Ordre", obra de Raynourd, y en la que guarda un elocuente silencio por lo que respecta a la relación entre la Orden del Temple y los masones.

Dentro del Romanticismo español, Bécquer y Espronceda también incluyeron a los templarios en alguna de sus obras. Pero será Enrique Gil y Carrasco quien publique, en 1844, la más lograda novela histórica de esa época literaria, "El señor de Benbibre", inspirada en la desaparición de la Orden de los Caballeros Templarios en España.

Podríamos seguir citando obras y obras que ejemplifique la fascinación que la cruel historia de estos caballeros ha supuesto en todas las épocas, desde el “Parzibal” de Wolfram von Eschenbach hasta este momento. Pero queremos llamar la atención sobre un escritor y una obra que resume de forma inusitadamente absoluta todo cuanto tiene importancia en la tradición del tema templario.

Nos referimos a Zacharías Werner, considerado por muchos el heredero de Schiller y que publicará en 1803 la obra teatral "Die Sohne des Tals" ("Los Hijos del Valle"), un poema dramático de nada menos que 750 páginas, un autor, por cierto, de verdadero “culto” entre los adeptos a las organizaciones esotéricas que florecieron en la Alemania del siglo XIX y principios del XX y que acabaron dando un sentido místico religioso a la ideología nazi, siendo el caldo de cultivo de la misma. Se trata de una pieza dramática verdaderamente enciclopédica, que hace desfilar ante los ojos del lector la multiplicidad de hechos que tienen relación con la leyenda templaria. No sólo se recapitula la historia de la fundación y de los doscientos años de existencia de la Orden, o se presentan de manera plástica todos los usos rituales de los templarios acreditados históricamente, en escenas que por ejemplo exponen una asamblea del Capítulo de la Orden, los ritos de iniciación de un neófito o la expulsión de un caballero insubordinado, sino que también se hallan todos aquellos elementos legendarios surgidos de las acusaciones levantadas durante el proceso inquisitorial, de la nueva interpretación masónica y de su empeño por resucitar la Orden y de su inversión polémica durante los años de la Revolución. Vemos la misteriosa imagen del ídolo venerado por los iniciados, vemos al neófito que ha de pisotear la Cruz y renegar de Cristo; escuchamos la profecía de la pronta muerte del Papa y de Felipe el Hermoso, así como aquella otra que interpreta la prisión de Luis XVI en el "Temple" y su ejecución en el patíbulo como desquite por la aniquilación de la Orden. Como colofón, se nos ofrece cómo tras del martirio de Jacques de Molay algunos miembros de la Orden escapados a la persecución prestan un solemne juramento para mantener en vida secretamente la Orden, y emprenden la huida hacia Escocia para ponerlo en práctica inmediatamente. Pero el mito que Zacharias Werner –quien desde su juventud había tomado parte activa apasionada en las corrientes masónicas de su época– sitúa en el centro mismo de su poema dramático, es el mito de los Superiores Desconocidos de la Orden, que en cierto modo es una encarnación pseudo-histórica de la idea de la "francmasonería eterna". Por ello se titula la obra de Werner “Los Hijos del Valle”, porque éste es el nombre de aquella misteriosa cofradía que habita en una gruta subterránea y gobierna los destinos de la humanidad según un plan soteriológico místico que abarca toda la historia universal. Ellos son los verdaderos autores del hundimiento de los caballeros templarios. El rey Felipe el Hermoso fue simplemente el ejecutor inconsciente de su voluntad. No es que aniquilasen a los templarios porque éstos fuesen una secta perversa; los templarios, muy al contrario, participan también en cierto modo y medida de la verdad última. Su error consiste en que no mantuvieron esta verdad lo suficientemente oculta en una época en la que la humanidad no estaba madura todavía para recibirla y comprenderla, y en que, por tanto, causaron un gran daño con su anuncio prematuro. Como podemos ver aquí está prefigurado lo que, en el XIX y XX sería conocido como el reino de Agharta, que tanto obsesionó a los discípulos de la teósofa Madame Blavatsky y a muchos miembros del gobierno nazi de Hitler.

Cuando la Orden del Temple fue disuelta por la bula pontificia, sus bienes fueron mayoritariamente entregados a la Orden de San Juan de Jerusalén o Caballeros Hospitalarios (hoy llamada Orden de Malta) y a las órdenes militares de la Península Ibérica, como es el caso de la Orden de Montesa en España y la de Cristo en Portugal, que fueron creadas expresamente para recibir a los caballeros templarios que participaban en la Reconquista. Pese a ello, no es fácil descubrir en estas órdenes ninguna de las posturas desviacionistas de la ortodoxia católica, de las que fueron acusados los Templarios, ni tampoco comprobar que mantengan ritos sospechosos de ser susceptibles de herejía. Es posible que estas órdenes no hubieran recibido los posibles secretos del Temple.


¿Siguieron los templarios influyendo en la Historia?
El sable cuyas fotos se adjuntan lo encontró el autor del artículo en una subasta de Estados Unidos. Tiene unos signos de apariencia masónica (de las remas u obediencias a las que se atribuye ser una continuación de la Orden del Temple por ser del llamado “rito escocés”) y marcas similares a las de los sellos atribuidos al Priorato de Sión.
Perteneció a un oficial de la “Revolución Americana” o “Guerra Revolucionaria” (mal llamada “Guerra de la Independencia de los Estados Unidos”, aunque ahora los historiadores parecen ir rectificando y citándola con el nombre correcto).
Podría por tanto ser una prueba física no sólo de la continuidad del Temple, sino de la influencia del mismo en los cambios decisivos de la Historia.



¿Son algunos masones los herederos del Temple?:
Otra de las hipótesis que nos llevan a considerar la pervivencia de los Templarios hasta nuestros días (sino siempre como Orden, al menos en lo que atañe a un supuesto legado esotérico) establece una directa relación entre la Francmasonería y los Templarios. Presuntamente las obediencias principales de los masones remontan sus orígenes hasta las antiguas órdenes de caballería medievales y, sobre todo, a la Orden del Temple. ¿Pero se basa dicha argumentación en una base real o se trata de una pretensión sin fundamento? Mucho es lo que se ha venido especulando, desde dentro y fuera de la Masonería, en torno a la vinculación histórica y tradicional que existiría entre los caballeros templarios medievales y los masones. El asunto desde luego no es trivial, ni algo que promuevan únicamente grupos de charlatanes, sino que se trata de un debate que, aún hoy en día, sigue generando las más vivas controversias. Se ha pretendido buscar a la masonería un origen mucho más remoto del que seguramente tiene, quizá por ese afán de remontar todo lo esotérico a Egipto, Mesopotamia, Grecia, o al Oriente en general.

En España, durante finales del siglo XVIII y toda la primera mitad del siglo XIX, las investigaciones expuestas por el obispo de Vich, el jesuita Agustín Barruel S.J., en los dos volúmenes de sus “Memorias para servir a la historia del
jacobinismo” (Luis Barja, Vich, 1870), levantaron una gran polvareda. Entre otras, estaba su convicción de que había una dependencia templaria en los masones. El hecho de que Barruel fuese duramente fustigado por los liberales (tan unidos y apoyados por la Masonería), así como su asesinato en extrañas circunstancias, hace crecer más el enigma. No olvidemos tampoco que, como los templarios, los jesuitas sufrieron persecuciones en todos los países en más de una época.
Una de las pruebas más tajantes para demostrar de forma concluyente la estrecha relación existente entre los templarios y la masonería medieval la ofrece Paul Naudon, estudioso de la Masonería en su obra “Les origenes religieuses et corporatives de la Franc-Maçonnerie” (París, 1979), cuando se refiere al caso de Metz, donde los templarios instalaron una encomienda a partir de 1133: Según parece, esta encomienda creció rápidamente y ya se hallaba profundamente arraigada cuando el mismo san Bernardo vino a la diócesis a predicar la Segunda Cruzada en 1147. Pero lo más interesante es una lápida funeraria, descubierta en 1861 frente a la capilla, que recuerda la memoria de cierto “Freires Chapelens ki fut Maistres des Mazons dou Temple de Lorene” (Freire Capellán –o sea Caballero Templario– que fue Maestre de los masones del Temple de Lorena) durante veintitrés años y que murió en “la vigille de la Chandelour Ian M.CC.IIII.XX.VII” (la vigilia de la Candelaria el año 1287)”
Existe una teoría muy fundada que podría explicar la posible forma de sucesión entre el Temple y la masonería. Al parecer, durante los hechos acaecidos en Francia, con el proceso y posterior ejecución del gran maestre Jacques de Molay, siete templarios se refugiaron en una isla de Escocia para contactar con el comendador escocés George de Harris. A la cabeza de ellos se encontraba el caballero Pierre D´Aumont, del que se decía fue Preceptor de Auvernia y sucesor directo de Jacques de Molay.

D´Aumont, que más tarde fue nombrado Maestre de los templarios de Escocia durante el Capítulo extraordinario celebrado el día de San Juan de 1313, habría disimulado los rituales templarios tras los símbolos de la masonería.

En cualquier caso, parece ser que en 1361 la sede de la Orden habría sido establecida en Aberdeen, para luego expandirse nuevamente por toda Europa bajo el velo de la Masonería. La tradición templaria habría entonces sobrevivido en las primeras logias masónicas escocesas, incorporando a las mismas los ritos y la simbología del Temple. Y será en Escocia donde la evidencia nos muestre que los símbolos templarios grabados en piedra conviven estrechamente con los masónicos. Es de notar la extraordinaria capilla de Rosslyn:



Capilla de Rosslyn

La Capilla conocida como de Rosslyn, por su ubicación en la población de este nombre, o de los Sinclair por el apelativo de su promotor, comenzó a construirse en 1446 bajo el mecenazgo de William Sinclair. Su nombre real es el de Colegiata de San Mateo, y su estilo arquitectónico puede encuadrarse en el gótico tardío. La roca matriz con que se tallaron los sillares, mampuestos y todas las formas ornamentales, es una arenisca extraída de canteras de los aledaños. En ella se han encontrado inquietantes evidencias de una iconografía de claro simbolismo templario, algunos investigadores la citan como el lugar donde posiblemente pudiera estar escondido el “tesoro del Temple”… Los Sinclair descendientes del citado William guardan todavía tradiciones de la relación de su antepasado con el Temple. Yo personalmente tengo el honor de tratar con regularidad a Harvey James Sinclair, anticuario de armas blancas de profesión y afición, residente en Sutton Coldfield, que más de una vez ha tenido la amabilidad de llamar mi atención sobre las marcas (que podrían fácilmente pasar inadvertidas) de signos en piezas antiguas de uso personal (vajillas, libros, espadas, etc.) que parecen demostrar la pertenencia a la masonería escocesa continuadora del Temple de su propietario.




Las columnas de Rosslyn:
COLUMNA DEL APRENDIZ (BOAZ) y COLUMNA DEL MAESTRO (JAQUIN)
Representan las dos columnas que Hiram construyó en el atrio del templo de Salomón.
La Columna del Aprendiz es la de la izquierda (Boaz, Él Guarda la Fuerza), la Columna del Maestro es la de la derecha (Jaquin, Él Mantiene Firme).

La primera representa el Árbol de la Vida, alrededor de su base hay ocho dragones o serpientes aladas, de sus bocas salen parras. Y es que la vid es símbolo de vida.
Gracias a sus indicaciones pude registrar piezas como la espada de la Guerra Revolucionaria contra Inglaterra de los Estados Unidos (finales del siglo XVIII), que fue la antesala de la Revolución Francesa, que reproducimos en foto adjunta a este artículo. A este respecto debemos fijarnos en que quizá la irresistible ascensión de los Estados Unidos desde sus primeros pasos como nación hasta nuestros días, no ha sido algo ajeno a las corrientes masónicas que impulsan ideas y promocionan políticos, su labor escondida tras la política norteamericana es notable para cualquier investigador que se fije en ello. Durante su corta historia en los Estados Unidos han proliferado no solamente los grupos o logias masónicos en general, sino también los llamados a sí mismos “templarios”. A sus fraternidades han pertenecido, y pertenecen, la mayor parte de los presidentes. El actual no es una excepción, ya al menos desde su abuelo la tradición familiar de los Bush les vincula a una logia.



Hebilla de cinturón Templarios USA

Ciertamente, la región donde se sitúa Rosslyn es uno de los lugares más idóneos para una posible supervivencia templaria. En Escocia, que a principios del siglo XIV se hallaba en guerra con Inglaterra, las bulas pontificias de supresión de la Orden nunca fueron promulgadas, por lo que la orden templaria de ese país nunca quedó oficialmente disuelta. Parecen existir pruebas de que el Temple escocés se mantuvo como un cuerpo coherente durante cuatro siglos más. Incluso se dice que un nutrido contingente de templarios luchó a las órdenes de Robert Bruce en la batalla de Bannockburn, en 1314. Precisamente es al rey Robert Bruce a quien citan los francmasones como fundador de las primeras logias escocesas. Por lo que es muy posible que las tradiciones templarias se perpetuaran en esta región. No parece casualidad que la fundación de la masonería especulativa en Inglaterra se deba a la dinastía escocesa de los Estuardo. Actualmente, es la Gran Logia de Inglaterra la que sustenta los más importantes grados masónicos, que hallan asimismo presentes en las demás obediencias. Estos grados, que son las divisiones en que se jerarquiza la masonería, se clasifican a su vez en varias clases. Es en estos ritos donde encontramos un templarismo vigente en los grados masónicos, ya que entre el grado 15 y el 30 se muestran innumerables rasgos relacionados con los Caballeros Templarios y el Templo de Salomón. Así por ejemplo tenemos que los grados dieciséis y diecisiete se denominan respectivamente "Caballero de Jerusalén" y "Caballero de Oriente y Occidente"; el 27 es el grado del "Gran Comendador del Templo", que resalta la potestad suprema del Maestre sobre la orden templaria; y el grado 30, titulado "Caballero Kadosch" se refiere a la venganza del Temple hacia la corona francesa y el papado, responsables de la desaparición de la Orden.
Podemos decir que, en lo que al aspecto “visible” se refiere, actualmente el llamado Rito Escocés Rectificado representaría el último eslabón de una cadena de transmisión entre los templarios medievales y la masonería. Sin embargo, ¿existirán en nuestros días otros eslabones no tan “visibles”?





Interrogantes y teorías sobre el Priorato u Orden de Sión:



El “Priorato de Sión” realmente existe. Es una asociación francesa registrada desde 1956, originada por tanto tras la II Guerra Mundial. La lista de grandes maestros que han estado en sus filas y que la misma se ha encargado de publicar no es comprobable. Del resto no vale la pena ocuparse ya que tiene todos los tintes y aspectos de ser un fraude.



Insignia del priorato
Pero hay otro históricamente cauto, mejor diríamos secreto, que siempre ha causado interés, por varias razones, la principal su relación con la Orden del Temple, de la que se ha afirmado que era su rama esotérica y secreta.

Según lo poco que se puede deducir sobre la misma, la Orden o Priorato de Sión fue juanista, esto es, seguidora de las doctrinas de Juan Evangelista, al que modernas investigaciones anteponen (no solo cronológicamente, sino también doctrinalmente) a las de Jesús. Si tuvo realmente una vinculación con la Orden del Temple, en Gisors se produjo la ruptura entre ambas. Fue el enigmático suceso conocido como “la tala del olmo”, en el que según parece se utilizó el corte o tala de un árbol de tal especie para simbolizar y dejar constancia de esa ruptura.
Hay dos corrientes de opinión entre los investigadores, la primera dice que el Priorato de Sión se fundó aproximadamente al mismo tiempo que la Orden del Temple, limitándose a ser su parte oculta donde se guardaban y transmitían las enseñanzas secretas. La otra enlaza con esa tradición juanista, antes expuesta, según la cual la verdadera religión de Juan y Jesús sería egipcia siendo Juan el maestro, y siendo por tanto el Priorato algo así como una secta juanista que conservó las enseñanzas “puras” sin ser alteradas por el posterior cristianismo. Conservando esos secretos (incluido el de la verdadera personalidad de Jesús), más antiguos conocimientos, habría influido (a la sombra del cristianismo) en sucesos transcendentales. Bernardo de Claraval, el fundador del Temple, habría sido uno de los iluminados por dichos conocimientos al ser miembro secreto de esa Orden, y en ese contexto se inscribiría la creación de la Orden Templaria, como un instrumento “terrenal y visible” del Priorato para influir en la Historia.
Quizá ambas corrientes no sean irreconciliables y haya un término medio, como podría ser que efectivamente ambas órdenes se fundaran en fechas próximas, incorporando solamente el priorato ciertos conocimientos transmitidos a través de generaciones y de las que el inefable Bernardo de Claraval parece era depositario ¿se trataba de una transmisión de conocimientos entre los miembros de lo que luego sería la moderna masonería?
Como veremos en el siguiente artículo es muy posible que, sin embargo, la separación entre Priorato y Temple no fuera finalmente radicalmente total e, incluso, que algo tan insólito como las posibles mujeres templarias fueran, en realidad, miembros femeninos del Priorato de Sión.


Presuntos estatutos modernos del priorato

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