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lunes, 13 de septiembre de 2010

DIOS O PAPA NOEL

Para muchos la creencia en Dios es algo así como creer en Papá Noël o en los Reyes Magos: una historia tierna que transmite sanos conceptos, pero sin bases en el mundo real.
El filósofo C. Stephen Evans, de manera concisa y directa, desafía esa postura fácil pero poco fundamentada en el buen uso de la razón


“¿Porqué, preguntó el sacerdote, no dejas que venga a verte?
Yo (Meursault) le expliqué que no creía en Dios.”
“¿Está usted tan seguro de esto?”
Yo dije que no veía el motivo en molestar mi cabeza en este asunto;
creyera o no creyera era, a mi parecer un asunto de muy poca importancia.
(El extranjero, de Albert Camus)

Todavía recuerdo una conversación que tuve hace varios años con mi hija Liza, que en aquel entonces tenía cinco años: “Papá, ¿existe realmente Papá Noël?”, me preguntó. No queriendo destruir una creencia tan querida por ella, ni tampoco dejar de decir la verdad, intenté diluir la pregunta con la frase tan trillada de “sí, Liza, ... La Navidad es un tiempo de dar y de compartir y la historia sobre Papá Noël es una forma divertida de expresar esto.”

Liza no quedó satisfecha. Estaba bien eso del espíritu de la Navidad, pero ella deseaba saber si en realidad existía un hombre que bajaba por la chimenea, y si era así, cómo era que lograba llevar a cabo este truco.

Al examinar el asunto de Dios, algunos preferirían las ambigüedades de la mencionada frase “Sí, Liza...” Sea que Dios exista o no, piensan ellos, seguramente todos podemos creer en los ideales que Él representa, los ideales que nosotros sentimos que son dignos de reverencia.

Meursault en la obra “El extranjero” de Camus, reclama no estar interesado en el asunto de la realidad de Dios. Pero la respuesta de Meursault es poco común. La mayoría de la gente, incluyendo a ateos y agnósticos, tienen interés sobre si Dios es o no real. Pero aun si la gente estuviera o no interesada en este asunto, deberían estarlo.

El asunto de la existencia de Dios no puede ser evitado totalmente, porque es una cuestión de la que depende la clase de universo en la que nosotros vivimos. Esta es una pregunta muy real y debe tener una respuesta real. Necesitamos conocer la verdad sobre Dios si vamos a vivir nuestras vidas rectamente.


La cuestión de Dios
Si Dios no existe, el cristianismo no puede ser cierto. Para la creencia cristiana es fundamental que Dios creó el mundo, que creó a los seres humanos para tener compañerismo con Él viviendo en amor y justicia, y que Él ha actuado decisivamente en Jesucristo para reconciliar a sus criaturas rebeldes con Él mismo. Obviamente, si no existe Dios, Dios no podría haber hecho ninguna de esas cosas. La razonabilidad de la creencia en Dios es claramente de importancia preeminente para los cristianos.

Es importante, por supuesto, tener claro a cual concepto de Dios nos referimos. Cuando yo uso el término Dios, me refiero a lo que los cristianos han creído por siglos. Dios es un Ser personal, cuya existencia es distinguible de la existencia de la naturaleza, ya que Él creó la naturaleza. Él es perfectamente justo y perfectamente amoroso e ilimitado en su poder y conocimiento. A Él le interesan los seres humanos y es capaz de comunicarse con ellos y de actuar en formas especiales en el curso de la historia humana natural, siendo ambas continuamente dependientes de, y activamente controladas por Él.

Ésta en ninguna manera es una descripción exhaustiva; los cristianos creen muchas más cosas sobre Dios. Pero esto debería ser suficiente para dejar claro que cuando yo hablo sobre Dios estoy hablando de una persona a la que podemos adorar y a la que podemos orar.


Claves para la realidad de Dios
¿Porqué una persona debería creer en Dios? Nuestra preocupación es si hay o no buenas razones para creer en Dios, si existe evidencia que fuera convincente a una persona dispuesta y capaz de considerar la evidencia adecuadamente.

¿Pero qué clase de evidencia deberíamos intentar encontrar? Ciertamente deseamos encontrar la mejor evidencia que podamos, evidencia que sea clara y fuerte. Hay buenas razones para pensar, sin embargo, que Dios puede no haber provisto cualquier clase de evidencia. Porque puede ser que para Dios no sólo sea importante que los humanos lleguen a conocerle; puede estar igualmente interesado en cómo ellos llegan a conocerle.

Dios desea que sus criaturas humanas le sirvan por amor, no simplemente por miedo a su poder o por un interés egoísta. Ya que Dios es Todopoderoso, es difícil ver o entender cómo una persona que ha sido claramente consciente de la existencia de Dios pudiera evitar el deseo de obedecerle, aun si odiara a Dios en lugar de amarle. Parece plausible, entonces, que Dios no proveyera evidencia de su realidad que fuera absolutamente innegable, la clase de evidencia que obligaría aún al más endurecido cínico a creer tanto si lo desease como si no. En su lugar Dios daría a los no creyentes el “espacio” para rechazarle si eso fuera lo que desearan.

Si esto es correcto, entonces es muy probable que Dios haya provisto evidencia para Su realidad y que fuera posible para un determinado no creyente no tomarla en cuenta o reinterpretarla a su gusto. Para ver la evidencia como buena debemos tener la habilidad y la sensibilidad de “leerla” e interpretarla adecuadamente. Esta habilidad de leer e interpretar la evidencia adecuadamente es al menos una parte de lo que significa el concepto de que Dios puede ser solamente conocido por la fe. Fe no es el reclamo de que Dios pueda se conocido sin buenas razones, como muchos piensan. Es, parcialmente por lo menos, un conjunto de destrezas o habilidades; es la habilidad de ver las buenas razones como buenas. La buena evidencia por lo tanto señalará claramente a la realidad de Dios, pero no lo hará de una manera coercitiva.

¿Qué clase de claves existen para la realidad de Dios? Muchos cristianos dirían que las más fundamentales y obvias son las acciones reveladoras de Dios en la historia. Ellos creen que, sobre un período largo de tiempo, Dios se ha dado a conocer a la gente. Él llamó a Abram y le convirtió en Abraham, el padre de muchas naciones. Él se reveló asimismo a Moisés y dio los diez mandamientos a los hijos de Israel. Él hizo milagros portentosos a través de profetas, tales como Elías y Eliseo. Él se reveló a sí mismo de manera decisiva en la persona de Jesús. Todas éstas y más son narradas por supuesto en la Biblia, considerada por los cristianos como una revelación “especial” de Dios, escrita por humanos a través de la inspiración divina.

Si Dios se ha revelado a sí mismo de esta manera a los seres humanos, entonces esto es evidencia considerable de su realidad. Los cristianos, que creen en Dios porque consideran que Dios les ha hablado y ha actuado a través de Jesús en la Biblia, pueden ser eminentemente razonables. Sin embargo, aun si Dios se ha revelado a sí mismo de la manera en que los cristianos creen, es de gran valor constatar si hay evidencia para la realidad de Dios que sea independiente de lo que es aceptado por los cristianos como una revelación especial.

La razón para esto es que hay gente hoy en día que con frecuencia encuentra difícil el creer que Dios ha actuado en la historia o que la Biblia sea la revelación de Dios. Ellos piensan que esto es difícil porque ya están convencidos de que Dios no existe y, de hecho, de que todo el ámbito de lo sobrenatural es un mito. Para ellos son especialmente valiosas razones de peso para creer en Dios que sean independientes de la aceptación de la Biblia o de Jesús como una autoridad.

Si hay un Dios y podemos conocer que Él existe, entonces hay pocas bases para el reclamo dogmático de que Dios no puede revelarse a sí mismo en la historia humana. Una mente más abierta a la posibilidad de una revelación especial de Dios será necesaria. Aun si un escéptico no encuentra la evidencia para la realidad concluyente, por lo menos la confianza dogmática en el ateísmo puede ser debilitada.

Si la existencia de Dios puede parecer una posibilidad genuina, entonces todos nosotros deberíamos estar alerta a cualquier evidencia que Dios pudiera proveer.

© C. Stephen Evans
Tomado de Why Believe?
Eerdsman
©Traducido por José R. Martínez Villamil
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