"Ser inmoral es gastar dinero en aburrirse, ser moral es aburrirse gratis"



sábado, 11 de septiembre de 2010

La humildad

Mi instructor me dio dos cosas a leer durante el comienzo de mi aprendizaje espiritual consciente: el primer capítulo de la Epístola de Santiago, y el primer capítulo de La Imitación de Cristo de Tomás de Kempis.

También me dijo: lee sólo esos capítulos que te he indicado. Mientras tanto salíamos a caminar y charlábamos, tomábamos algún té en un bar, o sólo recorríamos las calles en silencio. También solíamos sentarnos en alguna iglesia donde el silencio era más contundente, y allí nos quedábamos en contemplación. Los meses pasaban, y yo ya me sabía de memoria esos capítulos. Cada tanto hojeaba un poquito del resto de los capítulos, y me gustaban mucho.

Un día, me sentó frente a él y me habló en tono severo: ¿quien te ha dicho a ti que leas del capítulo 2 en adelante?. Yo tímidamente, como un niño, le dije: nadie, sólo quise ver de qué trataban... El replicó: pasa al dos cuando hayas practicado en su totalidad el 1. Luego me trajo un té, le puso azúcar, y yo estaba con la cabeza gacha como un cachorro que había hecho lío. Revolvió con una cucharilla antigua el té, trajo un pan, y me dijo: ahora bebe, y lee el capítulo 1 conmigo.

(Te ruego que te acompañes, leyendo esto por favor conmigo, para que luego entiendas de que te hablaré, ¿sí?)


LIBRO PRIMERO
Avisos provechosos para la vida espiritual
CAPITULO PRIMERO

DE LA IMITACIÓN DE CRISTO Y DESPRECIO
DE TODAS LAS VANIDADES DEL MUNDO


.....Quien me sigue no anda en tinieblas (Jn., 8, 12), dice el Señor.
Estas palabras son de Cristo, con las cuales nos amonesta que imitemos su vida y costumbres, si queremos verdaderamente ser alumbrados y libres de toda la ceguedad del corazón. Sea, pues, nuestro estudio pensar en la vida de Jesucristo. La doctrina de Cristo excede a la de todos los Santos, y el que tuviese espíritu hallará en ella maná escondido.


....1. Mas acaece que muchos, aunque a, menudo oigan el Evangelio, gustan poco de él, porque no tienen el espíritu de Cristo. El que quiera entender plenamente y saborear las palabras de Cristo, conviene que procure conformar con Él toda su vida.

.....2. ¿Qué te aprovecha disputar altas cosas de la Trinidad, si careces de humildad, por donde desagradas a la Trinidad? Por cierto, las palabras subidas no hacen santo ni justo; mas la virtuosa vida hace al hombre amable a Dios. Más deseo sentir la contrición que saber definirla. Si supieses toda. 1a Biblia. a la letra y los dichos de todos los filósofos, ¿qué te aprovecharía todo sin caridad y gracia de Dios Vanidad de vanidades y todo vanidad (Eccl., l, 2), sino amar y servir solamente a Dios. Suma sabiduría es, por el desprecio del mundo, ir a los reinos celestiales.

.....3. Vanidad es, pues, buscar riquezas perecederas y esperar en ellas. También es vanidad desear honras y ensalzarse vanamente. Vanidad es seguir el apetito de la carne y desear aquello por donde después te sea necesario ser castigado gravemente. Vanidad es desear larga vida y no cuida,: que sea buena. Vanidad es mirar solamente a esta presente vida y no prever lo venidero. Vanidad es amar lo que tan presto se paso: y no buscar con solicitud el gozo perdurable

....4. Acuérdate frecuentemente de aquel dicho de la Escritura: No se harta la vista de ver ni el oído de oír (Eccl., 1, 8). Procura, pues, desviar tu corazón de lo visible y traspasarlo a lo invisible, porque los que siguen su sensualidad manchan su conciencia, y pierden la gracia de Dios.

Y fue así mis amadísimos hermanos, que por primera vez retumbaron de manera espectacular las palabras señaladas en color azul, dentro de mi alma:¿Qué te aprovecha disputar altas cosas de la Trinidad, si careces de humildad, por donde desagradas a la Trinidad? Por cierto, las palabras subidas no hacen santo ni justo; mas la virtuosa vida hace al hombre amable a Dios. Más deseo sentir la contrición que saber definirla. Si supieses toda. 1a Biblia. a la letra y los dichos de todos los filósofos, ¿qué te aprovecharía todo sin caridad y gracia de Dios Vanidad de vanidades y todo vanidad (Eccl., l, 2), sino amar y servir solamente a Dios

Meditemos hondamente en esta verdad ¿donde yace nuestra humildad? Estamos ansiosos de definiciones, de respuestas perfectas a preguntas eternas, de querer saberlo y entenderlo todo. ¿de qué sirve todo esto sin la caridad y la Gracia de nuestro Padre?. Cuán vanidoso se infiltra nuestro ego a veces, haciéndonos creer lo que no somos. Siempre es mejor tenerse por pequeño que por grande, por ignorante que por sabio, por torpe que por hábil. Muchos estarán casi ofendidos con lo que digo, dañados o heridos tal vez. ¿Dónde queda la autoestima Vivekamukti? tal vez me pregunten ¿Y el amor por uno mismo?. Pues viene de aquí mi amado, precisamente. De creerse poco y no mucho, de sentir que uno es una gota y no el océano, aunque en esencia, sus átomos son los mismos. Qué dichoso aquel que se sabe pequeño e ignorante! Cuánto se acerca a Dios tal ser! Que tesoro tan inmenso es dejar la vanagloria para le necio, y decir humildemente : "no sé, no tengo una respuesta a esto".

Tantas veces me he o me han sorprendido respondiendo con vanas palabras de sabiduría! Dejadme ser libre y puro como un pájaro, que no sabe más que volar y alimentarse de lo que Dios le da, sin ninguna pretensión ni crédito de sí mismo.

Ayúdame hermano: si estas ofendido, quita tu ofensa, porque no le hablo a tu alma sino a tu ego. Y si tu alma me ha escuchado, bendito soy y bendito eres: no sueltes mi mano y acompáñame en el sendero de la humildad.

Leamos ahora el "otro primer capítulo" que se me indicó al comienzo de mi vida espiritual. ¿ Lo leemos juntos?:


EPISTOLA DE SANTIAGO . CAPITULO PRIMERO

Salutación

1:1 Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.

La sabiduría que viene de Dios

1:2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
1:3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
1:4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
1:5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
1:6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
1:7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.
1:8 El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
1:9 El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación;
1:10 pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba.
1:11 Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.

Soportando las pruebas

1:12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
1:13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;
1:14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
1:15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
1:16 Amados hermanos míos, no erréis.
1:17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
1:18 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.

Hacedores de la palabra

1:19 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;
1:20 porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.
1:21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.
1:22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
1:23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.
1:24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
1:25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
1:26 Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.
1:27 La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.


Nuevamente te he marcado con color azul lo que impactó en mi alma, como una flecha certera apuntando hacia mi ego. Cuánta vanidad descubrí en mí! Y por si fuera poco, quería yo seguir leyendo otros capítulos...

Si tan sólo pudiésemos poner en práctica lo que en estos escritos, estos seres han hablado a través del Padre, cuanto nos habríamos librado de vanidad, y cuán mansos y humildes seríamos.

¿Entiendes lo que trato de mostrarte? Vamos! Anímate! Trasciende el dolor y sé libre como el inocente pájaro. Deja las vanas palabras de sabiduría. Sé un hacedor de la Palabra. Yo sé que lo que te pido no es fácil, pero lo que tu ego pide es peor, y no nos damos cuenta hasta que es tarde: tu ego te dice que puedes hablar porque tienes raciocinio, porque tu mente está dotada para responder a todo. Pero la verdadera sabiduría proviene del vacío de la mente, y del alma repleta de la Verdad. Allí cesan las palabras, se produce un magnífico silencio, y SÓLO SI DIOS LO QUIERE, allí nuestra lengua hablará lo que deba.

Así que esta vez, no te pido respuestas para el foro, sino que escribas desde lo que has sentido: no importa si es una palabra, una oración, o unas páginas. Sólo quiero tu corazón desnudo, sin atavíos. Arranca los ropajes del ego, con decisión, como San Francisco se quedó desnudo cuando su padre le decía frente a todo el pueblo ¿para qué me esmeré yo en vestirte con finos ropajes? ¿para que me lo pagues así, comportándote como un loco que habla con los animales del bosque? Y Francisco, con total dulzura, enfermo del Amor de Dios, sonriendo se desvistió. dejó sus ropajes en manos de un pobre leproso, y desnudo, se marchó al bosque, a comulgar en silencio con su Padre, hablándole con pocas palabras, pero puras y sinceras, olvidando las formas, más allá del conflicto y los apegos, libre como el pajarillo inocente que vino a llamarlo a su ventana el día anterior...

Hermano mío ¿no he hablado bastante ya? Mejor callo, para dar paso a lo que tu alma desee manifestar, sea silencio o palabras simples, lo que tú sientas...

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